No vivimos unificados. Vivimos perplejos y rasgados –escribía el pastor cuáquero Thomas R. Kelly–. La dispersión exterior de nuestros intereses refleja la ausencia de unidad interior de nuestra propia vida. Nos sentimos muy sinceramente reclamados por montones de obligaciones y ponemos grandes esfuerzos por cumplir con todas. […] Con desespero sentimos que la vida se nos va sin haber tenido la paz, la alegría y la serenidad que deseábamos. Los momentos que podemos consagrar al silencio del corazón son rarísimos. Con pesar, dejamos para la próxima semana, la vida profunda de calma inalterable en la Presencia, esa vida que reconocemos como nuestro verdadero hogar. Pero siempre la semana actual nos parece demasiado cargada, y lo dejamos para más adelante.
Atormentados por el ritmo enloquecido de las obligaciones exteriores, lo estamos también por el malestar interior, ya que intuimos la posibilidad de una vida infinitamente más plena y más profunda que la vida trepidante que llevamos: una vida serena, pacífica, enérgica. ¡Si supiéramos encontrar su secreto! ¡Si tan sólo pudiéramos encontrar aquel Silencio que es la fuente del sonido!
¿Quién no ha sentido esa escisión interior? Hay momentos en que “paz” y “compromiso” parecen ser realidades incompatibles. Y no puede ser así. Y no es así –dirá Kelly. El problema tiene mucho que ver con lo poco que nos conocemos. A un nivel superficial, la apuesta parece ser una, pero, en lo hondo, la realidad es otra. Hay todo un mundo de deseos y expectativas del yo que se mantiene activo de un modo cuasi automático, sin nuestra intervención consciente. Esa es la función del yo, reafirmar una y otra vez los reclamos de la necesidad, aún tiñiéndolos de altruismo, de obligación imperativa, o de lo que sea.
Le echamos la culpa de la dispersión o al mundo exterior, o a nuestra falta de decisión, cuando la causa habría que buscarla en la falta de comprensión. Falta de comprensión de la naturaleza humana y de sus dos modos de actividad y de vida: todas las capacidades respondiendo a las necesidades, bajo la batuta del ego, o fluyendo desde la gratuidad, la “vida serena”, honda, a la que alude Kelly. ¿Cómo hacer para vivir desde ahí?
En el mejor de los casos, ponemos empeño en amordazar el mundo de los deseos y expectativas del yo, pensando que así ya tenemos el campo ganado. Pero no es esa la mejor estrategia –avisan quienes nos han precedido en el intento–. Sólo el deseo es capaz de impulsar la acción, el interés, ahogar el deseo no ayuda. El arte estará en lograr que la batuta del sentir y el desear no esté en manos del yo, encontrar el modo de cambiarla de manos. Y ese arte requiere comprender el engranaje de los deseos y motivaciones que nos mueven, para ver cómo hacer para, estratégicamente, motivar, alimentar y fortalecer un deseo, un anhelo, de otra naturaleza. «Desee usted lo que es digno de ser deseado y deséelo bien –aconseja Nisargadatta a su interlocutor–. Si mientras tanto usted quiere otras muchas cosas y se ocupa en lograrlas, su propósito principal puede retrasarse hasta que crezca en sensatez y deje de dividirse entre impulsos contradictorios. Vaya hacia dentro, sin vacilar. […] Sea egoísta del modo adecuado. Desee el bien para sí mismo, trabaje en aquello que sea bueno para usted. Sea todo, ámelo todo, sea feliz, haga feliz. No hay felicidad mayor.»
Geneviève Lanfranchi hablará de aprender a “auscultar” nuestro interior para poder reconocer las distintas fuerzas y corrientes que nos recorren y alimentar aquellas que nos parezcan más valiosas. Marià Corbí de avivar una pequeñísima llama capaz de encender un gran fuego. ¿Cómo? Cobrando conciencia de ella, intentando expresarla, descubriéndola en las realidades y en la propia vida…
A lo largo de la jornada recorreremos estas y otras propuestas. Tendremos tiempo para reflexionar, sopesar, meditar… Para tomar mayor conciencia de nuestro mundo interior, y de cómo orientarnos en la dirección deseada.
Como lectura complementaria, por si alguien quiere “adelantar materia”, una introducción más amplia al tema podría ser el apartado “Alimentar el anhelo”, de mi libro Silencio (San Pablo), pgs. 177-203.
Teresa Guardans
Facilitadora
Teresa Guardans (Barcelona, 1956) es documentalista, filóloga y doctora en humanidades. La íntima relación entre silencio y conocimiento captó su atención desde joven y ha orientado su investigación y su vida, llevándola a explorar su presencia en la creación artística, en el pensamiento o en las distintas tradiciones espirituales, con especial interés por comprender la aportación del silencio en el ámbito educativo. Tras años de profesión bibliotecaria, en la actualidad es profesora de CETR (www.cetr.net) en Barcelona, donde coordina el equipo de didáctica en su elaboración de materiales pedagógicos (accesibles en www.otsiera.com). Colabora en distintos programas de formación y es autora de algunas obras.
Objetivos
- Desentrañar la dificultad de unificación. En general (naturaleza humana) y en concreto, en cada uno.
- Calibrar la función del deseo para la vida.
- Explorar consejos y recursos al servicio de reconducir el sentir y el deseo a favor de la dirección deseada.
Metodología
Combinaremos momentos de presentación de los temas y espacios de silencio y meditación personal. Nos ayudarán reflexiones tomadas de distintas fuentes y autores que repartiremos durante la jornada.
Matrícula
70€
Horario
Sábado 24 febrero:
- de 10:00 – 14:00h y
- de 16:00 – 19:00h.
Lugar
Centro Más Que Silencio
Calle Princesa 25, planta 5, puerta 4. Edificio Hexágono. (Entrada por C/Luisa Fernanda).
Metros: Ventura Rodríguez, Argüelles, Plaza de España.
Bus: 1, 2, 202, 44, 133, C1.